DESPEJANDO X CON LA MÚSICA

He oído infinidad de veces: “Yo dejé la música porque no soportaba el solfeo”. Más allá del propio gusto personal de cada uno, el problema siempre lo he situado en la mala suerte que tuvo quien afirma tal cosa, por no encontrar a alguien que supiera enseñarle bien el lenguaje de la música. El solfeo no es una barrera para la música, sino más bien una herramienta para acercarte a ella. Como alumno de dirección también he escuchado sentencias del tipo: “La técnica de dirección no existe, piensa cómo quieres que suene y dirige…”. Incluso cuando preguntaba a un maestro por qué hacía determinadas cosas dirigiendo, hay quien me respondía: “Cierra los ojos y siéntelo…”.  Por mucho que cerraba los ojos y pensaba lo que quería, me sentía mal pues no conseguía hacer lo que me decían aquellos maestros que me negaban herramientas de eficacia. Realmente todas estas aseveraciones tan poéticas son en parte ciertas, pero sólo en parte. En el arte, la técnica es fundamental para desarrollar la intuición. En el mundo clásico griego, la tekné implicaba no solo razonamiento, sino entendimiento. Como dice el filósofo hindú OSHO: “…Cuando estudias sabes más y más; cuando aprendes eres más y más…”.

En los últimos meses leo las intenciones de diferentes administraciones en reducir las horas de música en los planes de estudio de la educación general. Tal vez sea una muestra de la frustración artística de aquellos que promulgan tales ideas; o tal vez, en la educación de estos legisladores, haya huecos que les impiden equilibrar el raciocinio con el hecho de sentirse humano. En cierta ocasión, un profesor universitario, responsable del seguimiento de doctorandos, me dijo tras verme dirigir un concierto al aire libre: “Un concierto precioso. La banda no sonaba a banda, parecía una orquesta sinfónica. Qué bonito trabajo el suyo, preparar en invierno estos programas tan divertidos para el buen tiempo…”. Me di la vuelta con una leve sonrisa y me marché. Me sentí incapaz de explicarle a semejante interlocutor cual era mi trabajo. Pero lo triste es que su nivel educativo y académico presuponía, a priori, un entendimiento bastante más amplio de lo que me demostró. Sin embargo, también he conocido, no hace mucho, a un doctor en medicina, que ha creado un programa de televisión para acompañar el tratamiento de diálisis de sus pacientes, con diversas propuestas culturales: poesía, música, teatro… El propio doctor toca la guitarra, invita diversos artistas al programa… “He comprobado”, me dijo, “cómo los pacientes con problemas renales, que deben someterse al duro tratamiento de la diálisis, evolucionan más favorablemente cuando su mente se ocupa en ámbitos culturales que les hacen equilibrar la cruda realidad de su físico con una mentalidad abierta y permeable…”. Emocionante y esperanzador. La diferencia entre ambos doctores es que, éste último, aprendió música en su juventud. Y, aunque no se dedica profesionalmente, supo ver en ella muchas más salidas que el puro entretenimiento pasivo.

La educación musical de una sociedad es toda una herramienta que puede contribuir a la consolidación de valores fundamentales en la misma. El equilibrio entre las competencias puramente científicas con aquellos recursos que nos proporcionan el estudio de aquello que denominamos “humanidades” (lengua y literatura, música, filosofía, historia, arte, cultura clásica …) es del todo fundamental para el futuro de una sociedad con mayor criterio de análisis sobre aquello que le rodea. Y sí, no nos engañemos, también he conocido grandes músicos con grandes carencias humanas al preocuparse sólo de una excelencia artística inútil que les ha aislado en un mundo del todo inhumano. Sin embargo, creo profundamente en la educación como vía de aprendizaje para el ser humano. Los profesores de música en secundaria no entretienen al alumnado durante unas horas: deben y pueden ayudarles a crecer en una fase fundamental de su formación personal. Tal vez los planes de estudio de música, en esta etapa, deberían revisarse, pero en ningún caso se deberían reducir sus horarios académicos. Los adolescentes que estudian matemáticas o física sabiendo valorar y disfrutar del rock, de la música clásica, la música de banda, la tradicional, el jazz,… pueden llegar a ser adultos con la sensibilidad suficiente para no pensar sólo en una sociedad de tecnócratas pragmáticos incapaces de valorar el trabajo de un artista, sea cual sea la disciplina de éste.

Esperemos que los futuros planes de estudio no menosprecien ni obvien aquellos elementos competenciales que ayudan a equilibrar las grandes capacidades técnicas con el uso eficiente de las mismas en beneficio de la evolución cualitativa del ser humano. Tal vez la X a despejar en la ecuación de la educación sea volver al ser humano: la máquina más compleja y, a la vez, la más perfecta que existe.

 

José R. Pascual-Vilaplana

Cocentaina, 30 de abril de 2022

8 comentarios de “DESPEJANDO X CON LA MÚSICA

  1. Julián Rodríguez dice:

    Hola, no sé si hay alguna lista de difusión de la web page, si está, me gustaría ser incluido para tener información de primera mano. Gracias

  2. Fco. J. Buenrostro Tur. dice:

    Gran reflexión Mestre José, con tú permiso me gustaría pasárselo a mis compañeros, saludos y un fuerte abrazo.

  3. M.Dolores dice:

    «Xapó» em lleve el sombrero, oooooléé ❤️❤️!!
    Vaig tindre l’honor de que dirigires la meua banda: SFUMA d’Agost
    Moltíssimes gràcies per la exemplar intervenció en aquest escrit !!

  4. Pepa dice:

    Maravillosa reflexión, me ha encantado y comparto al cien por cien. Creo que es fundamental que se apoye el estudio de las materias artisticas como parte de una educacion integral, creando espacios para la potenciar la sensibilidad, la gestion emocional, el pensamiento critico y en definitiva un ser humano integral y no una mera maquina adoctrinada sin capacidad de critica o criterio. Gracias de nuevo por el articulo.

  5. Henry Hernández dice:

    Excelente. El propósito de la música no es solamente y únicamente el de divertir. Su fin Supremo es el de sensibilizar al ser humano y ayudarlo a ser mejor cada día. Vemos una sociedad rota en este aspecto de la sensibilización artística. Sociedad hueca en la apreciación estética.

  6. Miguel Cruz Rivera dice:

    Señor José Pascual es un comentario preciso y precioso que realiza ud. sobre la enseñanza del arte sobre la cultura de un individuo.
    Como educador mi lema es emplear la musica como herramienta para formar personas, porque a traves de ella puedo sensibilizar, estimular, promover, ideas brillantes en mis alumnos con resultados muy buenos, desarrollando mas el SER que el TENER.
    Es preocupante que responsables de la educacion reduzcan y hasta desaparecen el arte de la curricula dejandolo como curso no basico o de segunda.
    En mi caminar como docente he tenido que lidiar con muchos colegas y padres de familia sobre la importancia de esta herramienta.
    Su comentario reafirma mi sentir como profesor de musica……saludos maestro.

  7. SECUNDINO PASCUAL FERRADNO dice:

    Maestro estoy muy de acuerdo con tus palabras. Mi acercamiento a la música fue a una edad madura, a los 42 años, y lo único que lamento fue no haber empezado antes. Ahora tengo 55 años y ayer mismo bajando con la banda de mi pueblo a la cual me siento orgulloso de pertenecer, acompañando a una comparsa en la entrada cristiana, tuve una pequeña revelación en una de esos compases con corchea seguida de un silencio total para toda la banda excepto para los clarinetes, y con el posterior y glorioso arranque de todos, en el que pensé; es increíble lo que un grupo de personas bien coordinadas manejando el mismo idioma pueden hacer, ¿No podría existir algo parecido a esto, para que una sociedad, un país, «sonara» mejor?
    Creo que el arte, y la música en particular son herramientas preciosas que nos pueden ayudar a hacer un mundo mejor.
    Por cierto, la pieza que interpretábamos era Jessica de una tal Jose Rafael Pascual Vilaplana, director y compositor murero del que nos sentimos muy orgullosos.

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